Ven, siéntate a mi lado a conversar…
Que el tiempo es cruel y raudo se alza herido
Frío tu amor lejano, ¡tan dormido!
Como alma vieja, hoy dura en amar.
Mi Armor, mi vida, debes recordar;
Ya volaron los hijos de este nido,
Con alas propias surcan, bien erguidos,
No son tu herencia, debes aceptar.
El tiempo obliga, ya no es advertencia;
Mi alma es hoy madero que encendido
Necesita pasión con evidencia.
Tu corazón añejo y distraído
Ha de escuchar mi última sentencia,
No voy a ocultar nuestro nuevo amor parido.
Rosario de Cuenca Esteban y Alberto Niño Martínez.
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