EL CANTO DE LA ALONDRA

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domingo, 21 de octubre de 2012











Rosa Soñada
Cada rosa sin cortar
guarda escondida una espina.
¡Ay, del que alegre camina
y la contempla al pasar!

La rosa de este rosal
nació de un sueño mío
entre el camino y el rio
que va por el roquedal.
La ilusió que yo tenía
por el camino se fue
y la rosa que soñé
al verla ir se afligía.
Aquella pena punzante
de la rosa enamorada
dejó una espina clavada
en mi corazón sangrante.

Por el camino desierto
me fui, destrás de mi mal
y, al pie del verde rosal
dejé mi corazón muerto.
Muerto quedó por el frío
de una lágrima engañosa:
¡Las lágrimas de la rosa
eran gotas de rocío!
Y, cuando llegó el estío,
al aire se evaporaron,
después... los vientos llevaron
la rosa muerta hasta el rio.
La corola deshojada
de la rosa que soñé
pétalo a pétalo fue
por la corriente arrastrada.

¡Ay quién te pudiera dar,
rosa, de nuevo, la vida
y, a mi, la ilusión perdida
para volverte a soñar!

Martín Garcia Ramos

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